El director de clásicos como “Pulp Fiction” y “Kill Bill” llega a los 60 años entre la paternidad y nuevos proyectos cinematográficos. Críticos de cine opinan para RPP Noticias sobre su obra.
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De su obsesivo consumo de cintas cuando trabajaba en el videoclub Video Archives, en Manhattan Beach, allá por los años setenta, a su actual visionado promedio de por lo menos tres películas al día, valdría decir que la trayectoria de Quentin Tarantino está marcada, ante todo, por su legendaria cinefilia.
Si no fuera por esta afición, el director que fue ovacionado en el Festival de Cannes 1994 por su icónica cinta “Pulp Fiction” y que hoy, 27 de marzo, cumple 60 años, no hubiese podido encontrar la esencia de su mirada como realizador, que no es otra que la de un cinéfilo capaz de dirigir sobre aquello que se le da la gana, es decir, sus obsesiones como espectador.
Entre el culto y el éxito comercial, Tarantino trabaja sus películas bajo el fervor de un grupo de espectadores que espera sus producciones como si se trataran de grandes acontecimientos. Y es que, tras su advenimiento como enfant terrible en los años noventa a su consagración como cineasta de autor en la actualidad, su propuesta no pasa desapercibida ni en las galas cinematográficas aupadas por Hollywood ni en los circuitos de cine alternativos.
Nada mal para alguien que empezó su carrera con miras a ser un guionista frustrado, sin oportunidad de vender sus proyectos a las productoras, y terminó, tras el estreno de su ópera prima “Reservoir Dogs”, en 1991, convirtiéndose en un nombre de moda sin fin. Nada mal, repetimos, para un hombre que, con un bebé en camino y un décimo largometraje en incubación, puede ser visto como la leyenda viva de un artista hecho a sí mismo.
EL SELLO TARANTINO
¿Por qué nos atrae el cine de Quentin Tarantino? ¿Cuál es, a fin de cuentas, su aporte al séptimo arte? Para el crítico Raúl Ortiz Mory, la importancia de la obra del director de “Kill Bill” radica en el “crisol de experiencias surgidas a partir de la experimentación” que produjo el hecho de que sus cintas se nutrieran de muchos géneros. “Desde el cine negro clásico americano, pasando por el western, el suspense hasta el cine de serie B y gore”, señaló a RPP Noticias.
Por su lado, la crítica Leny Fernández opinó que, frente a sus pares como Paul Thomas Anderson o David Fincher —otros directores estadounidenses que también surgieron en la década de 1990—, Tarantino incursiona con una “estética pop”, cuyos personajes que sostienen conversaciones banales, por ejemplo, lo convierten en un “cineasta más vistoso”, capaz de cautivar a un público que identifica sus referencias sin escollos.
Para el crítico Jaime Akamine, que el director de “The Hateful Eight” haya logrado una obra “rabiosamente personal” se debe a “un elogio descarado al pastiche y a la referencia cinéfila sin prejuicios”. Él sostuvo que quienes busquen veracidad y trascendencia en su obra “autorreferencial, narcisista y exagerada” pierden, mientras que aquellos que “ven en él a un director encariñado con sus historias-río, personajes verborrágicos y extraordinario sentido del humor” ganan una experiencia invaluable.
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TARANTINO EN ETAPAS
Como con todo gran autor, apreciar el cine de Quentin Tarantino requiere de una mirada panorámica que repase toda su filmografía. Después de todo, él no es solo un director de cintas, sino un realizador en la búsqueda por construir una obra.
De sus inicios en los noventa con cintas de alto voltaje, ubicadas en Los Ángeles, como “Reservoir Dogs”, “Pulp Fiction” y “Jackie Brown” hasta sus revisiones históricas como “Inglorious Bastards” y la reciente “Once Upon a Time In Hollywood”, o sus western crepusculares y salvajes como “Django Unchained” y “The Hateful Eight”, su filmografía atraviesa etapas marcadas por su inconfundible sello.
De acuerdo con Leny Fernández, un punto de inflexión en su trayectoria fue “Kill Bill”. Los dos volúmenes que componen este canto al cine de serie B “concentra todo el estilo de Tarantino, uno más maduro, que sin dejar de rendir homenaje a sus referentes, da vuelta a todos los tópicos posibles”. La historia de la novia que busca venganza consolidó la mirada del cineasta y, desde este filme, ocurre “todo el despliegue de lo que puede ser Tarantino”.
Sin embargo, Raúl Ortiz Mory encontró difícil de clasificar la obra del cineasta de Tennessee “específicamente en facetas o tiempos”. “Con el paso de los años fue perfeccionando lo que inicialmente hizo. Tendría que verlo por cómo ha ido saltando de película en película a partir del énfasis que le da a los géneros que lo han influenciado”, señaló.
Por su parte, Akamine afirmó que su última faceta le resulta más ambiciosa, pues, aunque suene paradójico, es aquí donde hay “menores afanes de relevancia”. “Por ejemplo, ‘Érase una vez en Hollywood’ es una peli-elefante, grandilocuente si se quiere (por eso de reconstruir el Hollywood de antaño), pero a la vez es una sencillísima historia crepuscular de dos amigos. Y allí Quentin Tarantino se mueve en estado de gracia. Creo que pasó del guiño cinemero y depuración de estilo (como son ‘Reservoir Dogs’ o ‘Pulp Fiction’) a un cine más sustancioso y honesto”, puntualizó.
TOPS PERSONALES
Ya lo dijo en una oportunidad Uma Thurman, una de las actrices fetiches del cineasta y protagonista de sus películas más icónicas: “Todo el mundo quiere a Tarantino”. Una frase enunciada tras perdonarlo por ponerla en peligro durante el rodaje de “Kill Bill 2” que, en esta fecha, parece resonar sin cuestionamientos.
Después de todo, cada espectador del cineasta lleva un top personal de sus películas en la memoria. Juntos, forman una comunidad de tarantinianos agradecidos con el director por haberles entregado cintas de gran factura y abierto un nuevo horizonte de filmes “menores” que pasaban desapercibidos entre la gran crítica. La reivindicación de los que parecían sobrar.
Así, en una rápida valoración sobre su filmografía, Raúl Ortiz Mory colocó en su podio personal a “Jackie Brown” en el primer lugar, seguido por “Once Upon a Time in Hollywood”, “Pulp Fiction”, “Kill Bill” y “Django Unchained”.
Leny Fernández, por otro lado, se decantó por los dos volúmenes de “Kill Bill” en el primer puesto. Le sigue “The Hateful Eight”, por considerarla una cinta “rara” en su filmografía, nada concesiva, que se toma su tiempo y resulta “más de observación”. Y en sus últimos tres lugares, ubicó “Death Proof”, “Pulp Fiction” y “Once Upon a Time in Hollywood”, respectivamente.
Para Jaime Akamine, su top cuatro va en este orden: “Kill Bill”, “The Hateful Eight”, “Once Upon a Time in Hollywood” y “Death Proof”.
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