La orca de Gibraltar escapó de pescadores ilegales y, desde allí, enseña un comportamiento agresivo (pese a ser una especie dócil) al resto de su grupo, aseguran los científicos.
El caso de una orca llamada Gladis ha dado la vuelta al mundo. Según los científicos, este cetáceo ha enseñado a todo su grupo a hundir embarcaciones, un comportamiento atípico para estos animales, quienes, pese a la imagen que se mantiene de ellas, son dóciles ante los humanos.
Entonces, ¿por qué lo hacen? Los investigadores revelan que Gladis fue víctima de cazadores ilegales y, tras salvarse de la muerte, ahora busca venganza contra los humanos.
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Un trauma de por vida
El estudio señala que es muy posible que la orca haya impactado contra un bote, quien buscó cazarla con redes. Este suceso le generó un trauma de por vida.
Lastimosamente, los daños no han quedado ahí, sino que su comportamiento agresivo contra el resto de botes está siendo imitado por el resto de orcas que habitan las costas de Gibraltar.
El último ataque del grupo de orcas fue presenciado por una pareja de Cambridge, Inglaterra, Janet Morris, de 58 años, consultora de negocios, y Stephen Bidwell, de 58 años, fotógrafo, quienes estaban a bordo de un bote para un curso de navegación.
“Es una experiencia que nunca olvidaré. Me recordaba a mí mismo que teníamos un bote de acero de 22 toneladas, pero ver a tres de ellos venir a la vez, rápido y al ritmo con sus aletas fuera del agua fue desalentador. No podía creerlo cuando los vi, éramos presa fácil”, refieren a Telegraph.
Las costas de Portugal también están presentando ataques de estos animales. En noviembre de 2022 un grupo de ballenas hundió un barco con tripulación francesa a bordo. Los primeros casos en Europa datan desde mayo de 2020.
¿Pueden estar jugando?
El biólogo Dan Olsen detalló que podría tratarse de un comportamiento vengativo. “Cuando empezó a ocurrir, pensé que tal vez una hembra o su cría habían sido heridas por la hélice o el timón de un barco, porque siempre parecen ir a por el timón. Y todo en veleros", comentó.
Sin embargo, la opinión de la comunidad científica está dividida. Para Hanne Strager, cofundadora del Centro de Ballenas de Andenes (Noruega), lo más probable es que se trate simplemente de un juego.
Por el momento, solo se espera que los humanos no tomen represalias contra ellas.
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