Tenemos un nuevo embajador de Perú en el mundo y es el 'Perucetus colossus', uno de los contendientes al animal más pesado de la historia. Y así como su tamaño son de grandes las posibilidades de explotar el campo de la paleontología en nuestro territorio.
Perú está en los ojos del mundo gracias al trabajo de un equipo de paleontólogos con el apodado Perucetus colossus, un animal que, según las estimaciones, podría convertirse en el más pesado de toda la historia, por encima de la ballena azul, con más de 300 toneladas.
El análisis de los fósiles de este ser, descubierto inicialmente en el 2013, fue publicado en la revista científica Nature, posicionando a nuestro país en el centro de la atención de la ciencia dedicada a ello: la paleontología. Pero, entre tantos aplausos y motivos de orgullo para los peruanos, ¿realmente sabemos cómo avanza esta ciencia en nuestro territorio?
Te recomendamos
Un campo que se ha forjado por esfuerzos particulares
Según la Real Academia Española, la paleontología es "la ciencia que estudia los organismos que han existido en el pasado de la Tierra a partir de sus restos fósiles". Pero esta rama, para ser un campo de estudio completo, no se enseña a nivel local como una carrera como tal.
“Los paleontólogos en sí estudian un pregrado en biología o geología y después hacen un posgrado, pero la mayoría de los paleontólogos no tienen un cartón en maestría o doctorado. Lo que te hace paleontólogo es hacer investigación en el área”, nos cuenta Aldo Benites-Palomino, Máster en Paleontología por la Universidad de Zurich, Suiza, donde también es candidato doctoral en Biologia Evolutiva.
Rodolfo Salas, doctor en Paleontología de la Université de Montpellier, Francia, einvestigador del Centro de Investigación para el Desarrollo Integral Sostenible de la Universidad Cayetano Heredia, considera que nuestro territorio tiene todos los ingredientes perfectos para ser un campo rico para este estudio. “El Perú es un sitio rico en fósiles y la paleontología puede ser una ciencia muy importante en nuestro país. Tenemos recursos paleontológicos enormes que no se conocían y que podemos sumar a los recursos que ya sabemos, como por ejemplo nuestra enorme biodiversidad actual, la riqueza del mar peruano y los restos arqueológicos”.
Hace 20 años, Salas, junto con el personaje que se ha vuelto el abanderado de este campo, Mario Urbina, cofundaron la que sería la institución clave para el desarrollo práctico: el Departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM).
“Antes todos los fósiles eran llevados al extranjero por paleontólogos, científicos, comerciantes, porque no había un equipo de investigadores peruanos trabajando en paleontología en el Perú”, narra Salas en una llamada telefónica. Como ejemplo, señala, en Canadá hay colecciones de fósiles de tigres dientes de sable, perezosos y aves encontrados en La Brea, una localidad en Piura. “Hay otras colecciones de fósiles en el museo de París, Francia, otras en Alemania, en el Smithsonian de Estados Unidos, y así en varios lugares del mundo que fueron colectadas hace muchos años por investigadores que visitaban el Perú”.
Sin embargo, incluso con esta gran desventaja, el científico señala que “hay muchísimo más fósiles en nuestro país”. “Esa salida de fósiles responde a un momento histórico en el cual el país todavía no había tomado conciencia de la riqueza que tenía. Y es necesario ser responsables con propios recursos”, refiere.
“Ahora han pasado los años y el trabajo de Mario, el mío y de muchos otros peruanos se ve reflejado en una colección valiosísima que es mucho más grande que cualquiera que existe fuera del país de fósiles peruanos. Tenemos más de 10 mil especímenes de todo el país, de todas las regiones, de todas las épocas. Son datos científicos, son archivos de la historia de nuestro país, de cómo se forman los ecosistemas, cómo se formó la biodiversidad y está permitiendo que Perú esté en los ojos del mundo en el tema de paleontología y que haya muchos estudiantes formándose”, añade.
Pero para entender la paleontología y los retos a superar como nación, debemos tener claro un punto, advierte Benites-Palomino: no solo de los descubrimientos se mide la grandeza, sino también de los estudios a partir de los fósiles. “Lo interesante ligado al descubrimiento es el estudio. En algunos casos, por ejemplo, necesitas tener un gran número de descubrimiento de fósiles para tener estudios. Este análisis es lo que hace que los descubrimientos tengan importancia. Un fósil sin ser estudiado es como una roca olvidada más”.
Te recomendamos
Perú y la riqueza fósil
Como materia prima, como lugar de descubrimientos, el Perú es único y pocos países pueden compararse.
“En general, cada país tiene uno o dos lugares emblemáticos con fósiles en gran estado de conservación. En Chile podría ser en la Patagonia, donde existe un sitio con reptiles marinos como ictiosaurios y hay muchísimos esqueletos completos y articulados y algunos incluso con crías adentro. En Colombia hay otro sitio llamado La Venta en el desierto de la Tatacoa”, reflexiona Salas.
“Sin embargo, aquí en Perú hay no solamente uno o dos, sino que hay muchos. La zona de Ocucaje es un sitio fantástico en ese sentido. Ahí los esqueletos están completos, articulados, en un gran estado de conservación, a veces se preservan partes blandas, por ejemplo. Y otra cosa muy importante es que registra un proceso largo de evolución. Estamos hablando de casi 40 millones de años de historia documentada en fósiles”, apunta.
Perucetus colossus, por ejemplo, proviene del desierto de esta provincia de Ica. Su descubridor, Urbina, ha decidido apodar a este terreno bajo un curioso sobrenombre: ‘el hotel del Pacífico’.
“De las áreas protegidas del mar abierto, hay unas cadenas de montañas que corren paralelas a la costa. Estas sirven como barrera para que las corrientes minimicen su energía en lagunas poco profundas y calmas, sitios ideales para que las criaturas marinas vayan a reproducirse o tener hijos. Un hotel fabuloso para todo el Pacífico. Todos nacen ahí”, nos comenta en una visita al museo.
Benites-Palomino añade información: “Tienes que tener en cuenta de que nosotros en la costa del Pacífico tenemos la macro región de Atacama, que es una zona que viene desde la mitad de Chile hasta la mitad de Perú. Dentro están los desiertos costeros del Perú, de Ica, de Camaná en Arequipa, etc., y esa zona es extremadamente árida, no llueve nunca. Entonces esta capacidad de que la arena sea tan seca, la roca ahí sea tan seca, hace que los fósiles se preserven bien. Además, en esta área habitaron en el pasado un montón de animales que usaban la zona por tener mucha cantidad de nutrientes, como un spot para que se reproduzcan o para que se diversifiquen”.
Y aunque de aquí provienen la mayoría de los descubrimientos más resaltantes, la Sierra y la Selva no dejan de ser importantes para el estudio de estos fósiles que se encuentran en perfectas condiciones y, en la mayoría de casos, casi de manera completa. Salas nos comenta de una zona al sur de Cusco, en la provincia de Espinar donde hay fósiles "increíblemente preservados” de megaterios, gliptodontes, toxodontes y más mamíferos terrestres que vivían en un ambiente de puna hace cinco millones de años. Dicho estudio está próximo a ser lanzado.
“También en la Amazonía hay sitios fantásticos como los de la formación Pebas, en la zona de Iquitos y el río Napo, de donde hemos recolectado la mayor diversidad de cocodrilos de todos los tiempos: 7 especies viviendo en 20 m2. En la actualidad hay 6 especies en toda Sudamérica. Es registro de cómo evolucionó el ecosistema con mayor diversidad del mundo”, añade. “En la zona de Sacaco en el norte de Arequipa también es un caso parecido, pero desde los últimos 10 millones de años hasta casi la actualidad".
Bagua es otro lugar clave: "Hay material cerca de Bagua Grande y otro material del oligoceno que tiene unos 20 o 30 millones de años en la zona. Si uno ve el tipo de vegetación que hay en Bagua va a tener cierta similaridad con lo que uno ve en la zona de Lambayeque, en el bosque de Pómac y las condiciones también son muy secas. Eso también permite que los fósiles se conserven tan bien”, resume Benites-Palomino.
Te recomendamos
Nuestros representantes
Teniendo como punto de partida la conformación de la División de Paleontología de Vertebrados, podemos enumerar una serie de hallazgos fósiles (con sus respectivos detalles y con la ayuda de sus principales estudiosos) que, como el cetáceo primitivo de hace 37 millones de años, marcaron un hito a nivel internacional y que ya auguraban este avance, pese a las adversidades.
Caballo fósil sudamericano: Equus (Amerhippus) santaeelenae
Antigüedad: 300 mil años. Expuestos en el año 2000
El primer espécimen, uno los más emblemáticos del museo, recuerda Salas, fue el esqueleto del caballo sudamericano. Fue encontrado en la zona de Aguada de Loma, en el norte de Arequipa.
“Este esqueleto de caballo estaba completo, bien preservado, y fue uno de estos proyectos que le presentamos al museo en ese momento para poder rescatarlo, llevarlo y exhibirlo. La gente fue muy sorprendida por este hallazgo porque la mayor parte de peruanos pensaba que los caballos no habían existido antes de la llegada de los españoles. Lo que dice la paleontología es que los caballos se extinguen hace 12 mil años, justo cuando los primeros pobladores humanos llegan a nuestro territorio. Cuando llegan los españoles, los nativos sudamericanos no tenían conocimiento de ese animal, a pesar de que había existido unos miles de años antes. Sobrevivieron años en África, en Europa, pero en Sudamérica y Norteamérica se extinguen”, narra Salas.
Perezosos marinos: Thalassocnus antiquus y Thalassocnus yaucensis
Antigüedad: 7 y 5 millones de años, respectivamente. Expuestos entre el 2003 y 2004.
“¿Perezosos marinos? Yo no lo creía cuando me lo dijeron”, recuerda Urbina al hablar de esta especie. “Los franceses habían determinado que esto era marino por la cantidad de fósiles asociados. Con el tiempo sí les di la razón. ¿Y qué comía? Pasto marino”.
Los perezosos son animales que vivieron en Sudamérica y evolucionaron durante una era que se llama el Cenozoico. Empiezan su evolución más o menos hace como 35 millones de años. “Antes los perezosos eran abundantes y había muchísimas especies terrestres. Ahora solo quedan dos géneros, pero en el pasado eran muchas más. Una de ellas se aventuró al mar, tal vez porque la costa peruana ya era un poco desértica y porque el mar arrojaba inicialmente está algas marinas, y encontró alimento allí en la costa. El animal se fue adaptando a la vida marina. Fue como ocurrió en sus etapas iniciales con los cetáceos, que eran animales terrestres y luego poco a poco van a adaptándose a la vida marina hasta que se vuelven totalmente acuáticos, como los actuales delfines y ballenas. Es un animal emblemático de nuestro país, encontrado hasta en cinco especies en Arequipa y publicado en un artículo de la revista Nature porque fue una novedad científica”, lista el cofundador de la oficina.
Pingüino gigante: Inkayacu paracasensis
Antigüedad: 36 millones de años. Expuesto en el 2010
Con un esqueleto casi completo, los paleontólogos peruanos fueron los primeros en encontrar plumas fosilizadas, las primeras conocidos en pingüinos en 2008, con el descubrimiento de este ejemplar.
“El Inkayacu paracasensis es un pingüino que tenía un metro y medio de alto. En 2007 tuvimos la oportunidad de viajar allá con un colega francés a la reserva. Allí nos enseñó lo que había descubierto y cuando quise excavar para encontrar más evidencia, levanto un pedazo de roca y encuentro la pata del pingüino articulada completa y al voltearla, miro y veo la piel fosilizada. Ese animal tiene 36 millones de años. Era un hallazgo increíble”, recuerda con orgullo Salas. “Justo después del terremoto del 2007 tuvimos que retrasar la excavación. Cuando lo pudimos hacer, lo llevamos al museo y cuando lo empezamos a limpiar y estudiar, descubrimos que estaban también preservadas las plumas. Y así se convirtió en el primer fósil de pingüino con plumas fosilizadas, conservadas y a las cuales, además, gracias al trabajo de un paleontólogo norteamericano, Jakob Vinther, demostró que el inkayacu tenía un color medio marrón, gris. No era como los pingüinos actuales que tienen este contrasombreado blanco y negro”.
Cachalote hipercarnívoro: Livyatan melvillei
Antigüedad: 8 millones de años. Expuesto en 2010
Si te aventuras al Museo de Historia Natural de la UNMSM, podrás ver que uno de los ambientes más resaltantes del lugar le pertenece a este ser. Es una especie extinta que podía medir hasta 17,5 metros, con un enorme cráneo que, por sí solo, medía 3 metros. “Convivió con el Thalassocnus y el megalodon. Ambos fueron los depredadores tope del mar en esa época y fueron gigantescos", detalla Urbina.
Mosquito fósil: Sycorax peruensis
Antigüedad: 13 millones de años. Expuesto en 2011
Pero entre tantos vertebrados, un insecto también se encuentra entre los más resaltantes. Probablemente chupadora de sangre, el Sycorax peruensis descrito del ámbar amazónico occidental del Mioceno medio, formación Pebas, fue hallada en la localidad de Tamshiyacu, orilla oriental del Río Amazonas, a 30 km aguas arriba de Iquitos, noreste de Perú.
“Sycorax peruensis se descubrió de casualidad en la formación Pebas en ámbar. Estudiándolo, un especialista francés pudo encontrar este tipo de invertebrados. Es pequeño, no más de 2 mm, que quedó atrapado en la resina líquida de 13 millones de años y se preservó”, pormenoriza Salas.
Cetáceo con patas: Peregocetus pacificus
Antigüedad: 42 millones de años. Expuesto en 2018
Las ballenas tenían 4 patas antes de aventurarse por completo al mar. Y en Perú, se descubrió el único resto como evidencia de Sudamérica.
“Peregocetus pacificus es otro de los descubrimientos de Mario de 42 millones de años de antigüedad. Tengo una anécdota con este fósil. Estábamos excavando al Mystacodon selenensi (Ballena con dientes de hace 36 millones de años) y Mario me llama y me dice ‘Te quiero mostrar algo que he descubierto, pero no le digas a nadie’. Caminamos 500 metros en el desierto y me dice ‘¿Qué opinas qué es? ¿Qué crees que es esto?’ Y entonces entre la arena se ve un diente puesto en una mandíbula. Le digo: ‘Esto parece es un diente triangular, pero no se parece al de los basilosaurios. Esto se parece un diente de un cetáceo muy primitivo, pero este animal no debería estar acá. Estos animales se han encontrado en otros continentes’. Llegamos a la conclusión de que era un protocétido, que son estos cetáceos con patas que recién estaban adaptándose a la vida acuática: tenían todavía patas, no tenían aletas, se podían parar sobre sus extremidades, pero ya se habían transformado un poco. Al año siguiente regresamos al sitio ya con todo el equipo de paleontólogos extranjeros, también con el director del museo (Niels Valencia Chacón) que siempre nos ha acompañado, y el esqueleto estaba casi completo”, describe Salas.
Cachalote macrorraptor de Ocucaje: aún sin nombre científico
Otra exposición clave en el museo es el del Cachalote macrorraptor de Ocucaje, un ser que, aunque ya se encuentra en exhibición, aún sigue siendo blanco de análisis por los expertos.
“Lo que sucede es que los cachalotes son los fósiles menos comunes en el mundo, no se conocía casi nada de ellos, pero ahora en los últimos 5 u 8 años se han estado descubriendo a montones”, detalla Benites-Palomino, hombre clave en esta investigación. “Y en realidad lo importante de este espécimen que se encontró en el 2020 es que es uno de los mejor preservados en el mundo. Está prácticamente intacto, solamente le falta un pedacito del hocico que se ha perdido por la erosión, y este es un tipo de animal que vivió hace 7 u 8 millones de años y por la cara que tiene era totalmente depredador”.
“Lamentablemente no hay nada con qué compararlo porque esto es único. Sale del cuadro”, añade Urbina.
El reflejo de la ciencia en el descubrimiento del Perucetus colossus
Precisamente, es Mario Urbina quien merece una sección aparte por el descubrimiento del Perucetus colossus, un aporte científico que ha ocupado las primeras planas de los medios más resaltantes del mundo.
En nuestro recorrido, pude notar dos aspectos claros en el científico. Uno, la de un hombre que ha dedicado su vida entera a una ciencia “muerta” y que recién está obteniendo los reconocimientos locales cuando recibe las muestras de aprecio de cada visitante de la institución, con adultos y niños pidiéndole una fotografía junto a las vértebras del Perucetus. “Esto es para ustedes. Él es su nuevo embajador”, les dice a cada uno, especialmente a los más pequeños. Pero el otro es el que refleja también el inmenso sacrificio que ha hecho en sus décadas de trabajo. “A este lo odio (en referencia a los fósiles del Perucetus). Si fuera por mí, yo lo dejo. Casi he perdido mi vida por él”.
Y es que el cómo halla sus primeras muestras de vértebras, una terquedad por parte suya, también es un ejemplo del oficio de la ciencia en el Perú y el poco reconocimiento de las autoridades. “Solo me faltaba explorar un sector de Ocucaje, un terraplén de piedra. Entonces le pido al chofer que si por favor me podría llevar hasta allá. Me dijo ‘no, no jodas. El gringo está pagando el viaje y estamos apurados’. ‘Déjame salir’, le dije. Yo quiero abrir la puerta, pero él había puesto el seguro. Ahí comenzó la bronca. 'El gringo' no sabía castellano y solo nos miraba. Me agarré del techo y salí por la ventana con el auto en movimiento. Al rato que comencé a caminar y vi en medio de la nada algo de color rosado (suelos ricos en hierro). Ese color delata al fósil de acuerdo a la época. La diagénesis le da el color. Pensé que era un animal continental, pero cuando llegué a él me di cuenta de que era un animal marino. Y lo abracé porque parece ser sacado de una película de Godzilla”, sonríe.
Durante 4 años, afirma, trató de convencer al mundo científico que este animal de tal tamaño existía. “No lo hubiese hecho si no hubiese sacado el primer hueso porque nadie me creía. Con mis estudiantes juntamos un poco de plata y fuimos a sacar la primera vértebra”.
Y es el dinero el punto clave para saber más del Perucetus colossus, su peso exacto y el cómo alimentaba tal pesado cuerpo (porque de que es pesado, lo es). Urbina señala que, para trabajar en el gran montículo de rocas del que considera podría estar la cabeza de este monstruo, el monto necesario “está entre 6 a 7 mil dólares” cada viaje, tres semanas de trabajo.
“No sabemos qué consumía porque no tenemos la cabeza, no tenemos los dientes y además cualquier cosa que consumía ha tenido que ser necesariamente conseguida en el piso marino. No estaba consumiendo nada de la columna de agua, eso es básico, además que en ese tiempo era pobre (en especies). ¿Qué ha estado comiendo tal animalote para ser tan gordo y grandazo? Puede ser que sea herbívoro, así como también que pueda haber consumido mariscos y plantas. Si no tengo cabeza no tengo manera de especular nada. Es un subadulto con más de 64 vértebras, las cuales sobrepasan a la ballena azul”, describe.
Las condiciones en las que trabaja el paleontólogo no son las mejores y ha aprendido, lastimosamente, a seguir trabajando de esta forma, con pobre comida, asentamientos pasajeros e incluso luchando contra las adversas características del desierto. Si esto no fuera poco, sus propios ayudantes han sufrido accidentes graves por la inclemencia del ambiente.
“Encontrar la cabeza es un albur. Por eso yo digo que no quiero plata del Estado. Yo le saco plata al privado y me voy a jugar al casino. Pero una cosa diferente es irme a jugar al casino con plata de mi institución, que no tiene mucha plata. Yo he perdido 15 mil dólares en tres extracciones. Las tres veces me fue mal. Ahora estoy pagando pato por eso: no tengo plata ni para comer”, detalla.
Y como extra, da una reflexión a la polémica encabezada por la frase del actual congresista Edward Málaga, de tildar a esta ciencia como “un hobby caro”.
“Yo a cada niño que viene y me dice que quiere ser paleontólogo primero le digo que sea abogado, que se consiga una buena cantidad de plata como un hobby caro. Eso es lo que dijo Edward Málaga y yo pido a través de tu radio que lo perdonen porque él no quiso decir eso. Él lo ha sacado de esta frase y no lo dejaron terminar el contexto de sus palabras. Y se le han ido todas las redes encima. Me ven como si él me estuviera insultando porque dice que mi trabajo es un hobby caro. En realidad, lo es. Pero no es un hobby. Lo veo yo como un hobby como un decir, porque no es eso, es una ciencia, pero una ciencia carísima. Y es una ciencia muerta, o sea, no se enseña en facultades la paleontología. Es una ciencia para millonarios y para reyes. En la paleontología, las mejores expediciones lo han conseguido los reyes, millonarios o condes. Yo no soy ni conde ni millonario, pero voy y les pico a los que tienen la plata, no al Estado. Yo estoy en contra de pedirle plata al Estado. A la universidad (UNMSM) no les gusta que yo diga eso. No me den plata para ir a buscar algo que es fortuito. Si es una huaca, uno puede determinar dónde está el templo, donde está el cementerio, uno puede planear qué hacer con el dinero. En el caso de la paleontología es ir a ciegas. Para darte una idea: todos mis socios no han encontrado nada”, finaliza
El gran desafío: que la paleontología crezca en el Perú
Con todo este contexto, la pregunta es: ¿Hacia dónde apunta la paleontología en el país? Salas y Benites-Palomino tienen sus respuestas.
“Hay que entender que la paleontología es una ciencia que recién se está iniciando en el país”, empieza Benites-Palomino. “No somos ni cinco personas que tenemos el posgrado hecho o en proceso de hacerse para poder formar estudiantes con futuro. Entonces, con esa falta de personal, de científicos formados, hacer planes de expansión es bastante complicado. Lo interesante sería poder empezar a tener estudiantes, independientemente del financiamiento, para poder empezar la cadena. Eso se ve en otros países, por ejemplo, en Colombia nos lleva unos 15 años en paleontología; Chile nos debe llevar unos 40”.
Por ello, el experto prefiere esclarecer que "no se puede brindar cursos de paleontología tan fácilmente”.
“Vamos a seguir siendo los mismos nombres durante un par de años más que van a seguir saliendo en la prensa porque sabemos que somos el equipo ahora, pero esperamos que, en un par de años, empecemos a ver nuevos nombres de gente que se va uniendo”, concluye.
“Lo que viene de aquí en adelante pienso es el trabajo duro en varias líneas”, prosigue Salas. “Una es la formación de nuevos investigadores y estudiantes peruanos que deseen desarrollarse en la investigación científica en paleontología. Eso lo estamos haciendo desde la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y desde la Universidad Cayetano Heredia en programas de maestría, sobre todo, y en tesis de pregrado. Ahora los estudiantes peruanos tienen la oportunidad de hacer investigación en paleontología en el Perú sin necesidad de irse del país. Dos, tener una mejor infraestructura para la preparación de fósiles. Ojalá el museo pueda tener un presupuesto para paleontología o incluso un sueldo para Mario Urbina. Él va a ir a buscar el cráneo del Perucetus, pero sin presupuesto. No le paga nada la universidad y yo trabajo en el museo a cargo de la colección, igual que Mario, desde hace más de 20 años ad honorem. Esa es la realidad de nuestro país para la investigación”, responde con énfasis.
Rodolfo Salas también está por terminar un libro de paleontología de vertebrados del Perú, el cual se espera que se publique en los próximos meses. “La ciencia y la investigación es un quehacer muy reconfortante, no es aburrido, es interesante, y que poco a poco creo que en nuestro país se va a poder ver a un investigador vivir de trabajar en paleontología y en hacer investigación”.
Te recomendamos
Comparte esta noticia
Siguenos en