La NASA ha finalizado las misiones de SOFIA, el telescopio que presenció agua en la superficie de la Luna iluminada por el Sol por primera vez en la historia.
La NASA y sus socios de la Agencia Espacial Alemana (DLR por sus siglas en inglés) le han puesto fin a las actividades del Observatorio Estratosférico de Astronomía Infrarroja -SOFIA- después de ocho años. El Boeing 747SP modificado para llevar un telescopio reflector comenzó su desarrollo en 1996, concluyó su construcción en 2010 e inició sus operaciones en 2014.
Durante su periodo de actividad, SOFIA realizó observaciones a la Luna, planetas, estrellas y regiones de formación estelar además de medir campos magnéticos de distintas galaxias y detectó agua en ciertas áreas de la Luna iluminadas por el Sol, su principal misión y posiblemente su logro más importante.
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No obstante, pese a todas estas misiones, un análisis de la NASA advirtió que solo llevó a cabo unos 178 artículos durante sus primeros 6 años de vida, una cantidad abismalmente menor en comparación con los 900 logrados por el telescopio espacial Hubble en el mismo lapso de tiempo. Con la finalización de sus actividades, la agencia ahorrará una cantidad significativa de fondos.
El funcionamiento de este instrumento astronómico requería la participación de pilotos y mantenimiento constante al estar anclado a una nave por lo que, desde que se activó en 2014, el Observatorio Estratosférico de Astronomía Infrarroja solo registró unos 800 vuelos científicos. En el futuro, los datos obtenidos por SOFIA serán expuestos en los archivos públicos de la NASA para que astrónomos de todo el mundo puedan usarlos, avanzando con el descubrimiento científico en astrofísica infrarroja.
SOFIA y la presencia de agua en la Luna
Como bien fue mencionado, el gran logro de SOFIA fue, sin lugar a duda, el haber presenciado por primera vez agua en la superficie lunar iluminada por el Sol. El hecho fue afirmado por la propia NASA en un documento oficial publicado el 26 de octubre de 2020. En concreto, el telescopio detectó moléculas de agua en el cráter Clavius, uno de los más grandes del astro ubicado en su hemisferio sur que se pueden ver desde la Tierra.
Paul Hertz, director de la División de Astrofísica en la Dirección de Misiones Científicas de la NASA, mencionó que “este descubrimiento desafía nuestra comprensión de la superficie lunar y plantea preguntas intrigantes sobre recursos relevantes para la exploración del espacio profundo”.
Los datos obtenidos por SOFIA se basaron en investigaciones previas que también consistieron en examinar la presencia de agua en el satélite de la Tierra, proporcionando además un nuevo modo de ver observar el satélite y captando la longitud de onda específica para las moléculas de agua.
Naseem Rangwala, científico del proyecto SOFIA en el Centro de Investigación Ames de la NASA, señaló que “fue la primera vez que SOFIA miraba la Luna y ni siquiera estábamos completamente seguros de si obtendríamos datos fiables, pero las preguntas sobre el agua de la Luna nos hicieron intentarlo. Es increíble que este descubrimiento surgiera de lo que esencialmente era una prueba”.
Una decisión de la NASA que no todos comparten
La NASA y DLR decide darle fin a las actividades de SOFIA por el excesivo presupuesto que requiere y el poco rendimiento científico que otorga. El instrumento tenía una vida útil de 20 años pero terminaron siendo 8 los que permaneció en servicio ya que sus hallazgos no han sido correlativos con la inversión por parte de las agencias: unos US$85 millones y un porcentaje de los fondos del Centro Aeroespacial Alemán.
Si bien se han explicado los motivos de su fin, varios científicos alrededor del mundo han expresado su descontento con esta decisión. Walther Pelzer, jefe de la agencia espacial alemana, mencionó que SOFIA es un recurso "único a nivel mundial" debido a que se modificó para contar con un orificio en su costado y acoplar el telescopio de 17 toneladas para estudiar el universo durante los vuelos a un rango de altitudes para aprovechar la falta de vapor de agua.
Por otra parte, Paul Lucey de la Universidad de Hawai explicó que "el cierre es desafortunado para la ciencia y la exploración lunar. No hay observatorios o naves espaciales capaces de mapear la molécula de agua en la Luna iluminada", resaltando así que no existe otro instrumento espacial que sea capaz de realizar sus misiones.
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