El telescopio espacial James Webb de la NASA captó la primera evidencia clara de dióxido de carbono en la atmósfera de un planeta fuera del sistema solar
James Webb, telescopio espacial de la NASA, acaba de adjudicarse un nuevo descubrimiento importante al detectar la primera señal clara de la presencia de dióxido de carbono en la atmósfera de un planeta fuera del sistema solar. Dicho hallazgo brinda datos sobre la composición y formación de este cuerpo celeste, el cual es un exoplaneta gigante gaseoso que orbita una estrella parecida al Sol a 700 años luz de la Tierra.
Tal como detalla el comunicado oficial en la web de la agencia, el hallazgo se produjo mientras se observaba a WASP-39 b, nombre elegido para el exoplaneta en cuestión y que tiene como principales características su composición de gas caliente con un tamaño equivalente a un cuarto de la masa de Júpiter. La NASA detalla que, a diferencia de otros astros gaseosos más fríos, éste orbita muy cerca de su estrella.
Anteriormente, otros telescopios espaciales de la agencia como Spitzer y Hubble lograron captar la existencia de vapor de agua, sodio y potasio en la atmósfera de WASP-39 b, pero James Webb es el primero en documentar la presencia de dióxido de carbono debido a su herramienta de sensibilidad infrarroja. “Tan pronto como aparecieron los datos en mi pantalla, me atrapó la enorme función de dióxido de carbono”, indicó Zafar Rustamkulov, estudiante de posgrado de la Universidad Johns Hopkins que forma parte del equipo científico a cargo.
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Un logro más al récord de James Webb
Según lo que menciona el reporte, el equipo de investigadores a cargo usó el espectrógrafo del infrarrojo cercano (NIRSpec, por sus siglas en inglés) del James Webb para observar a WASP-39 b. En el resultado obtenido tras apuntar el Generador de imágenes del instrumento hacia el planeta por más de 6 horas, se halló una pequeña cuesta de entre 4,1 y 4,6 micras en la atmósfera, la cual es la primera evidencia clara y detallada de dióxido de carbono detectado en un planeta fuera del sistema solar.
El equipo científico que forma parte del proyecto explica que el dispositivo capta la luz de la estrella que ha sido filtrada por la atmósfera del planeta y luego la compara con los valores registrados cuando el astro no obstruye la emisión.
“Detectar una señal tan clara de dióxido de carbono en WASP-39 b es un buen augurio para la detección de atmósferas en planetas más pequeños y de tamaño terrestre”, señaló Natalie Batalha, científica de la Universidad de California en Santa Cruz que dirige al equipo.
Este logro es de suma importancia debido a que ningún observatorio logró medir este compuesto químico en la atmósfera de un astro fuera de nuestro sistema solar. Esto es crucial para determinar la abundancia de gases clave como el agua o el metano que los astrónomos creen que existen en estos cuerpos celestes debido a que los átomos y las moléculas poseen patrones característicos de las longitudes de onda que absorben.
“Las moléculas de dióxido de carbono son indicadores sensibles de la historia de la formación de los planetas. Al medir esta característica de CO2, podemos determinar cuánto material sólido en comparación con el material gaseoso se utilizó para formar este planeta gigante gaseoso. En la próxima década, James Webb hará este tipo de medición para una variedad de planetas, proporcionando información sobre los detalles de cómo se forman y la singularidad de nuestro propio sistema solar”, dijo Mike Line de la Universidad Estatal de Arizona, otro miembro del equipo.
WASP-39 b y su historia con la NASA
Anteriormente, el exoplaneta WASP-39 b ya había sorprendido a científicos de la agencia espacial debido a que se logró descubrir la presencia de agua en su atmósfera. Es así como la observación captada por el NIRSpec de James Webb solo forma parte de una investigación mucho más amplia que incluirá observaciones con otros instrumentos del telescopio espacial.
El estudio fue diseñado para brindar datos sólidos obtenidos por James Webb a la comunidad de investigadores de exoplanetas lo antes posible. “El objetivo es analizar rápidamente las primeras observaciones científicas y desarrollar herramientas de código abierto para que sean empleadas por la comunidad científica. Esto permite contribuciones de todas partes del mundo y asegura que se obtendrá la mejor investigación científica posible de las próximas décadas de observaciones”, dijo Vivien Parmentier, coinvestigadora de la Universidad de Oxford.
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