Tras el lanzamiento de Artemisa I, la NASA analizó los datos de la misión para confirmar que están listos para su segundo vuelo a la órbita de la Luna, ahora con astronautas.
Todos los sistemas del megacohete SLS de la NASA tuvieron un rendimiento excepcional en la misión Artemisa I y los diseños están listos para soportar un vuelo tripulado en Artemisa II.
Es la conclusión de la agencia espacial partiendo de la evaluación realizada poco después del primer lanzamiento del cohete con la nave Orion el 16 de noviembre y los datos preliminares posteriores al vuelo. El cohete SLS cumplió o superó todas las expectativas de rendimiento, asegura la NASA.
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Con el programa Artemisa, la NASA hará aterrizar a la primera mujer y a la primera persona de color en la superficie de la Luna -se espera para 2025-, allanando el camino para una presencia lunar a largo plazo y sirviendo de trampolín para los astronautas en su camino a Marte.
Antes del lanzamiento, los equipos establecieron puntos de referencia para el rendimiento del cohete mediante una serie de simulaciones previas al vuelo y campañas de pruebas. Durante el lanzamiento y el ascenso al espacio, el cohete experimentó fases dinámicas, como fuerzas y temperaturas extremas, que influyeron en su funcionamiento. La prueba de vuelo Artemisa I era la única forma de recopilar datos reales sobre el comportamiento del cohete en situaciones como la separación del propulsor.
Los ingenieros del Centro de Ingeniería y Apoyo del SLS en el Centro Marshall de Vuelos Espaciales de la NASA recopilaron más de cuatro terabytes de datos e imágenes a bordo del SLS durante las fases de prelanzamiento y lanzamiento. Además, se recogió un total aproximado de 31 terabytes de datos de imágenes sólo de cámaras terrestres, cámaras en el cohete y cámaras aéreas que enfocaban al SLS. En comparación, el material impreso de la Biblioteca del Congreso de EE. UU. ocupa unos 20 terabytes.
"Los datos que obtuvimos de Artemisa I son cruciales para crear confianza en este cohete para enviar a la humanidad de vuelta a la Luna", dijo en un comunicado John Blevins, ingeniero jefe del SLS.
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Cámaras y sensores también permitieron a los equipos supervisar el comportamiento del cohete durante sus maniobras en el espacio. Ver el lanzamiento desde la "vista" del cohete SLS supuso colocar estratégicamente cámaras, sensores y otras herramientas de medición a lo largo del cohete, el lanzador móvil y la plataforma de lanzamiento.
Los ingenieros también supervisaron las temperaturas extremas y los sonidos que experimentó el cohete justo después del despegue. Los datos posteriores al vuelo del SLS han mostrado que las válvulas de control del empuje y de la proporción de mezcla de los motores RS-25 estaban dentro del 0,5% de los valores previstos. La relación de mezcla es la proporción de combustible y oxidante que determina la temperatura y el empuje procedente de los motores a lo largo de sus ocho minutos de vuelo. Las demás presiones y temperaturas internas de los motores se situaron dentro del 2% de los valores previstos antes del vuelo.
En vuelo, la etapa central del SLS ejecutó con éxito todas sus funciones e insertó el ICPS y la nave Orion en una órbita terrestre inicial de 972,1 millas por 16 millas. La inserción se situó a sólo 2,9 millas del objetivo de la diana perfecta de 975 millas por 16 millas y dentro de los parámetros aceptables. Tras una inyección translunar casi perfecta, el ICPS y la nave Orión se separaron con éxito, permitiendo a Orion completar una misión de 25,5 días. (Europa Press)
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