La Tierra está dentro de una burbuja formadora de estrellas, asegura nuevo estudio

Aspecto de la burbuja local que contiene el sistema solar. | Fuente: Burbuja

Esta burbuja tiene un radio de 500 años luz. Es el resultado de por lo menos 15 supernovas que estallaron desde 14 millones de años.

Astrónomos del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian (CfA) y el Instituto Científico del Telescopio Espacial (STScI) han reconstruido la historia evolutiva de nuestro vecindario galáctico.

Muestran cómo una cadena de acontecimientos que comenzó hace 14 millones de años condujo a la creación de una vasta burbuja que es responsable de la formación de todas las estrellas jóvenes cercanas, según publican en la revista 'Nature'.

"Por primera vez podemos explicar cómo comenzó la formación de las estrellas cercanas", afirma la astrónoma y experta en visualización de datos Catherine Zucker, que realizó el trabajo durante una beca en el CfA.

La figura central del artículo, una animación del espacio-tiempo en 3D, revela que todas las estrellas jóvenes y las regiones de formación estelar -en un radio de 500 años luz de la Tierra- se encuentran en la superficie de una burbuja gigante conocida como la Burbuja Local. Aunque los astrónomos conocen su existencia desde hace décadas, ahora los científicos pueden ver y comprender sus inicios y su impacto en el gas que la rodea.

Supernovas que estallaron hace 14 millones de años

Gracias a un conjunto de nuevos datos y técnicas de ciencia de datos, la animación del espacio-tiempo muestra cómo una serie de supernovas que estallaron por primera vez hace 14 millones de años, empujaron el gas interestelar hacia el exterior, creando una estructura en forma de burbuja con una superficie madura para la formación de estrellas.

En la actualidad, siete conocidas regiones de formación estelar o nubes moleculares -regiones densas en el espacio donde pueden formarse estrellas- se asientan en la superficie de la burbuja.

"Hemos calculado que unas 15 supernovas han estallado a lo largo de millones de años para formar la Burbuja Local que vemos hoy en día", señala Zucker, que ahora es becaria del Hubble de la NASA en el STScI.

La burbuja de forma extraña no está inactiva y sigue creciendo lentamente, señalan los astrónomos. "Está avanzando a unos 6 kilómetros por segundo", explica Zucker. "Sin embargo, ha perdido la mayor parte de su empuje y se ha estabilizado en términos de velocidad".

La velocidad de expansión de la burbuja, así como las trayectorias pasadas y presentes de las estrellas jóvenes que se están formando en su superficie, se dedujeron utilizando datos obtenidos por Gaia, un observatorio espacial lanzado por la Agencia Espacial Europea.

"Se trata de una increíble historia de detectives, impulsada tanto por los datos como por la teoría", afirma la profesora de Harvard y astrónoma del Centro de Astrofísica Alyssa Goodman, coautora del estudio y fundadora de glue, el software de visualización de datos que permitió el descubrimiento.

"Podemos reconstruir la historia de la formación estelar a nuestro alrededor utilizando una amplia variedad de pistas independientes: modelos de supernovas, movimientos estelares y nuevos y exquisitos mapas en 3D del material que rodea la Burbuja Local", prosigue.

"Cuando estallaron las primeras supernovas que crearon la Burbuja Local, nuestro Sol estaba muy lejos de la acción", añade el coautor João Alves, profesor de la Universidad de Viena (Austria). "Pero hace unos cinco millones de años, la trayectoria del Sol a través de la galaxia lo llevó justo al interior de la burbuja, y ahora el Sol se encuentra -por suerte- casi justo en el centro de la burbuja".

Hoy en día, cuando los seres humanos observan el espacio desde las proximidades del Sol, tienen un asiento en primera fila para ver el proceso de formación de estrellas que se produce alrededor de la superficie de la burbuja.

Los astrónomos propusieron por primera vez que las superburbujas eran omnipresentes en la Vía Láctea hace casi 50 años. "Ahora tenemos pruebas, y ¿cuáles son las posibilidades de que estemos justo en medio de una de estas cosas?", se pregunta Goodman. Estadísticamente, es muy improbable que el Sol esté centrado en una burbuja gigante si tales burbujas son raras en nuestra Vía Láctea, explica.

Goodman compara el descubrimiento con una Vía Láctea que se asemeja a un queso suizo con muchos agujeros, donde los agujeros en el queso son expulsados por supernovas, y se pueden formar nuevas estrellas en el queso alrededor de los agujeros creados por las estrellas moribundas.

A continuación, el equipo, que incluye al coautor y estudiante de doctorado de Harvard Michael Foley, planea cartografiar más burbujas interestelares para obtener una visión completa en 3D de sus ubicaciones, formas y tamaños. La cartografía de las burbujas y su relación con las demás permitirá a los astrónomos comprender el papel que desempeñan las estrellas moribundas en el nacimiento de otras nuevas y en la estructura y evolución de galaxias como la Vía Láctea.

Con información de Europa Press

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