Este raro pero espectacular evento nova consiste en un aumento repentino de luminosidad en una determinada región del espacio. Desde la Tierra se verá como si apareciera de pronto una estrella. Aparecerá en la pequeña constelación Corona Boreal, a unos 3 000 años luz de la Tierra.
Hay eventos astronómicos espectaculares que podemos tener la suerte de ver más de una vez en la vida, como un eclipse total de Sol o el trazo luminoso de un superbólido en el firmamento nocturno, con el permiso de los majestuosos cometas. Pero está a punto de ocurrir un hecho mucho más excepcional en el cielo, que incluso puede empezar esta misma noche. Se trata de una explosión estelar, una nova, que será visible a ojo desnudo.
La NASA ha anunciado que este fenómeno astronómico podrá observarse próximamente, durante varios días y a simple vista.
Un nuevo (y efímero) punto de luz en el firmamento
Este raro pero espectacular evento nova consiste en un aumento repentino de luminosidad en una determinada región del espacio. Desde la Tierra se verá como si apareciera de pronto una estrella. Aparecerá en la pequeña constelación Corona Boreal, a unos 3 000 años luz de la Tierra.
Varias de las estrellas más brillantes de esta constelación albergan sistemas planetarios, incluyendo a Negolu, un planeta tipo Júpiter en cuya atmósfera se ha detectado vapor de agua. Será en esta parcela del firmamento donde surgirá un nuevo punto de luz, fruto de una explosión estelar en un sistema binario formado por una estrella enana blanca y una gigante roja.
¿Cómo y cuándo se originan estas explosiones tipo nova? ¿Qué apariencia tendrá este nuevo objeto en el firmamento?
Una explosión termonuclear a 3 000 años luz de distancia
No se está formando una nueva estrella ni se trata de una “muerte estelar” (como sí ocurre en los eventos supernova). El incremento de brillo que vamos a poder observar será el resultado de las reacciones termonucleares que se desencadenan en un sistema binario de dos estrellas que orbitan entre sí: el sistema T Coronae Borealis (T Cr)
Una de ellas es una enana blanca (denominada T CrB) con una masa similar al Sol y un diámetro unas 100 veces menor, circunstancia que origina un intenso campo gravitatorio. Su estrella compañera, una gigante roja T CrA, está perdiendo materia (principalmente hidrógeno) debido a la potente gravedad de T CrB. Y el hidrógeno se va depositando progresivamente en la superficie de la enana blanca.
Como consecuencia, la concentración de hidrógeno en la enana blanca se eleva progresivamente y se produce un aumento de presión y calor hasta que llega a su límite. Entonces estalla en una colosal explosión termonuclear, similar a las detonaciones de bombas de fusión terrestres.
La estrella enana volverá a su estado original después de este violento episodio, volverá a recoger el hidrógeno de su compañera, y así hasta que la nova vuelva a repetirse dentro de unos 80 años. Por eso es tan difícil ser testigo de este acontecimiento dos veces en la vida.
Las novas recurrentes o periódicas
Generalmente no podemos predecir con certeza cuándo va a producirse una explosión estelar de este tipo. Sin embargo, existe un reducido grupo de sistemas binarios de enanas blancas que generan novas de forma periódica, es decir, se repiten en ciclos de unas cuantas décadas. Hablamos de las novas recurrentes o periódicas y, afortunadamente, T CrB pertenece a este selecto club.
Además de conocer la periodicidad en la que se rellena hasta el límite la enana blanca, los investigadores poseen otros indicios sobre la inminencia de este evento nova. Así, según el científico de la NASA William J Cooke, el oscurecimiento de una enana blanca durante un período previo de un año es una clara señal de la proximidad de una explosión estelar. Y T CrB comenzó a oscurecerse en marzo de 2023.
Entonces, ¿qué veremos exactamente en el cielo nocturno, probablemente una noche de este verano?
Una apariencia similar a la estrella polar
A la hora de catalogar los objetos brillantes en el firmamento, tales como los planetas o las estrellas, los astrónomos utilizan un parámetro muy conocido denominado magnitud aparente.
Básicamente, está relacionado con el brillo de un astro tal y como aparece en el cielo nocturno y depende de la luminosidad del mismo y de su distancia a nosotros. Cuanto menor sea el valor de la magnitud aparente, más luminoso será el objeto en el firmamento.
Así, por ejemplo, la magnitud aparente de la Luna llena es de -12.6, la de la estrella Sirio (la más brillante en el cielo nocturno) -1.46, mientras que la estrella polar arroja un valor de +2.
El sistema estelar T CrB posee una magnitud aparente de +10, pero cuando se produzca la próxima explosión nova su visibilidad aumentará significativamente hasta un valor de +2, comparable al brillo de la estrella polar.
Será en ese preciso instante cuando podremos contemplar durante varios días este nuevo “astro” a simple vista, sin ayuda de ningún dispositivo óptico, antes de que vuelva a atenuarse y desaparecer, posiblemente hasta dentro de otros 80 años.
Seremos testigos de un evento astronómico único: el estallido termonuclear de una enana blanca. Para quienes no sepan lo que está ocurriendo allí arriba, habrá nacido una estrella efímera.
Óscar del Barco Novillo, Profesor asociado. Departamento de Física (área de Óptica)., Universidad de Murcia
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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