El cohete de carga Vega-C de Arianespace no pudo alcanzar la órbita en su primer vuelo comercial.
El lanzador ligero europeo Vega-C se perdió el martes con dos satélites Airbus a bordo poco después de iniciar desde la Guayana Francesa su primer vuelo comercial, lo que supone un nuevo revés a la industria espacial europea.
El fracaso puede conllevar el abandono del Vega-C, lo que dejaría en el corto plazo a Europa sin forma de colocar satélites en órbita tras los retrasos en los cohetes Ariane 6 y la cancelación de la cooperación con Rusia a raíz de la guerra de Ucrania.
El pequeño cohete Vega-C está inmovilizado en el suelo hasta que una comisión de investigación "independiente" establezca "la causa del fallo y proponga acciones correctivas sólidas y duraderas para garantizar un vuelo seguro y fiable" del lanzador, anunció el presidente de Arianespace, Stéphane Israel, durante una breve conferencia de prensa en Kourou.
Europa no dispone ahora de medios propios para lanzar sus satélites antes del primer vuelo de Ariane 6 previsto para el cuarto trimestre de 2023 o la reanudación de los vuelos de Vega-C.
Dos minutos y 24 segundos después del despegue, a las 22H47 locales (01H47 GMT), la trayectoria del lanzador se desvió de la ruta prevista, y luego los datos dejaron de llegar a la sala de control de Kourou.
Lanzado sobre el océano Atlántico, Vega-C llegó a superar los 100 kilómetros de altitud y se situó a poco más de 750 kilómetros al norte de Kourou.
La orden de su destrucción fue dada por la agencia espacial francesa. Los escombros cayeron al mar. "No se constató ningún daño a personas ni bienes", según Arianespace, responsable de la explotación de los lanzadores europeos.
Según Pierre-Yves Tissier, director técnico de Arianespace, "el fallo parece limitado al Zefiro 40", la segunda etapa del lanzador construido por el fabricante italiano Avio.
"Asumimos plenamente la responsabilidad de este fracaso de Vega-C", afirmó el presidente de Avio, Giulio Ranzo.
Ejercicios complejos
El lanzador cargaba con dos satélites de observación terrestres fabricados por Airbus, que debían unirse a una red ya existente capaz de capturar imágenes de alta calidad de cualquier punto del globo varias veces al día.
Pese a los numerosos lanzamientos de cohetes espaciales estos últimos años, sobre todo bajo el impulso de la estadounidense SpaceX, el fracaso europeo resalta su complejidad.
"Siento mucho oír eso. Es un duro recordatorio de la dificultad de los vuelos espaciales orbitales", tuiteó Elon Musk, jefe de SpaceX. "Es mucho más complicado de lo que la mayoría de la gente piensa", señaló Peter Beck, jefe del minilanzador Rocket Lab.
Es un contratiempo importante para el gigante europeo que había empleado sus propios recursos en este programa, cuyos servicios se han vendido tanto a empresas como a fuerzas armadas.
Los satélites aportan ingresos comerciales asegurados de manera general. De acuerdo a un experto en la materia, Pléiades Neo 5 y 6 estaban cubiertos por un consorcio de aseguradores por un importe de 220 millones de euros, lo que permite, si Airbus lo decide, fabricarlos de nuevo. Airbus declinó hacer comentarios.
Duro revés
El cohete Vega-C tenía que poner en órbita dos satélites de observación construidos por Airbus, Pléiades Neo 5 y 6, los dos últimos de la red de Pléiades Neo que permite capturar imágenes con una resolución de 30 cm.
La pérdida de estos satélites son también una mala noticia para los ejércitos, sobre todo francés, cliente de imágenes de alta resolución proporcionadas por esta constelación de Airbus para vigilar especialmente la situación en Ucrania, mientras que el satélite militar francés de observación CSO-3 todavía no ha podido ser lanzado por falta de disponibilidad de los Soyuz y Ariane 6.
Previsto inicialmente para el 24 de noviembre, el vuelo fue aplazado un mes debido a un elemento de lanzamiento defectuoso.
El Vega-C se considera un precursor más pequeño del futuro Ariane 6, en el que confía la Agencia Espacial Europea (ESA) para ganar competitividad en el dinámico mercado de satélites.
Este nuevo fracaso es un duro revés para la ESA, responsable de los programas de lanzadores europeos, en un contexto de feroz competencia mundial en el sector, con el estadounidense SpaceX a la cabeza. (AFP)
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